Ningún varón tiene derecho a golpear a una mujer, pero las bases bíblicas y filosóficas convirtieron la violencia machista en cultura milenaria. Hoy la debemos combatir con una reforma legislativa que puede penetrar hasta los más recónditos hogares, si el delito de violencia familiar física se convierte en delito de prisión preventiva oficiosa y perseguible de oficio, esto es, que una denuncia vecinal sea suficiente para ser perseguido por la autoridad ministerial.
Los libros bíblicos de Timoteo (2:9 a 13), Deuteronomio (25:11 y 12) y Jueces (19:27 a 29) son un ejemplo de cómo se ha venido inculcando la violencia de género contra la mujer desde hace milenios.
Pero las mentes más brillantes, de filosófos y pensadores antes y después de Cristo, inculcaron en la humanidad el desprecio a la mujer, como el mismísimo Aristóteles cuando dijo: “En cualquier tipo de animal, siempre la hembra es de carácter más débil, más maliciosa, menos simple, más impulsiva y más atenta a ayudar a las crías”.
EURÍPIDES también escribió una frase muy ingrata: “Aborrezco a la mujer sabia. Que no viva bajo mi techo la que sepa más que yo, y más de lo que conviene a una mujer. Porque Venus hace a las doctas las más depravadas”.
SAN AGUSTÍN DE HIPONA, igualmente, dijo: “Es orden natural entre los humanos que las mujeres estén sometidas al hombre, porque es de justicia que la razón más débil se someta a la más fuerte”.
FIÓDOR DOSTOIEVSKI escribió: “La vida de toda mujer, a pesar de lo que ella diga, no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse”.
“La mujer no necesita escritorio, tinta, papel ni plumas. Entre gente de buenas costumbres el único que debe escribir en la casa es el marido”, otra frase misógina, en este caso de MOLIÈRE o Jean-Baptiste Poquelin
Friedrich Nietzsche también es dueño de una frase groseramente misógina: “Hasta aquí hemos sido muy corteses con las mujeres. Pero !ay!, llegará un tiempo en que para tratar con una mujer habrá primero que pegarle en la boca”.
Es imposible que estos grandes pensadores de hace siglos y milenios no hayan influido en la construcción de una cultura machista y misógina.
El único pensador que se salva de esta lista de filósofos machistas y misóginos es Fredrich Engels al explicar en su libro “El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado” cómo se impuso el derecho paterno al matriarcado, desde los mismos albores de la humanidad, merced al desarrollo de la propiedad privada.
LA ALTERNATIVA
Esta dura realidad amerita un cambio en el Código Penal en el tema de la violencia familiar, y ponerle un castigo extra cuando se trate de violencia física, para buscar que se inhiba la comisión de dichos delitos y haya un ambiente libre de violencia en casa, o hasta donde ello sea posible.
Actualmente cualquier varón aparece golpeando a su pareja, sin muchos miramientos, debido a que el delito de violencia familiar no tiene le medida cautelar de prisión preventiva oficiosa, sino únicamente justificada, pero a cualquier justificación la defensoría de los mismos logra en el juez que no la conceda. Además, en el Código Penal este delito no se persigue de oficio, sino que requiere de querella.
En la actual legislación federal el delito de violencia familiar física no es grave. Aunque el violento fuera vinculado a proceso y declarado culpable, su sentencia será mínima: no pasará un solo día en prisión. Y lo mismo ocurre en las entidades federativas, pues un cambio en los códigos sustantivos estatales requiere de una reforma constitucional.
De seis meses a cuatro años de prisión y sujetarse a tratamiento psicológico especializado, es la condena propuesta en el Código Penal Federal. En las entidades federativas, los códigos penales no ofrecen mayor diferencia, aunque hay entidades, como en Chiapas, donde ya se persigue de oficio, pero siempre sin tener la medida cautelar de prisión preventiva oficiosa.
Y si un varón puede aparecer golpeando a su pareja, cualquier día del año, las veces que así lo desee, eso no es lo peor, sino los feminicidios.