Disraeli E. Angel Cifuentes
Ismael Brito Mazariegos perdió a un buen socio de negocios en la persona del Semental de Pantelhó, Santos López Hernández.
Fue su protector, porque era su aliado y su cómplice.
Había encontrado ahí una buena fuente de financiamiento, previa negociación.
Por eso le costó tanto a Wendy López Góchez y Federica Gómez Díaz ser escuchadas y atendidas; un manto protector cubría al entonces presidente municipal de Pantelhó, y provenía de la Secretaría General de Gobierno de Chiapas.
Ahora, el Semental de Pantelhó, probablemente quiera enviar a su hijo, Rolando Ismael López Cruz, a realizar las gestiones necesarias para que el Secretario de Gobierno se haga cargo de la operación política a fin de que Santos López Hernández recupere su libertad, por la vía de la justicia federal. Rolando es el mismo delincuente que comanda un grupo armado en esa zona, pero a Brito Mazariegos eso no le importa.
Wendy López Góchez y Federica Gómez Díaz acudieron primeramente a las oficinas de Ismael Brito Mazariegos a fin de que, por la vía del diálogo, se resolviera el asunto, para no llevarlo a los juzgados penales, pero fue precisamente cuando el hostigamiento laboral y la violencia política alcanzó niveles intolerables para las víctimas.
En vez de operar para la solución del conflicto el socolteco pasó al tema de los negocios y los financiamientos con el ahora defenestrado Semental de Pantelhó, y la ingobernabilidad se desenfrenó.
El mismo Brito Mazariegos dio luz verde para la realización del cambio de directiva municipal del PRD en Pantelhó, en plena contingencia por el coronavirus, cuando el semáforo estaba en color rojo.
Si el Secretario General de Gobierno está chafirete no fue por el COVID 19, sino por la ambición política y el amor al dinero fácil. Brito Mazariegos no llegó a la política para servir, sino para servirse de ella.
Fsur