El miércoles dieron a conocer que Arturo Tapia Lugo había sido integrado a la plantilla de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), y el jueves la dependencia se vio en la necesidad de quitarlo. Y las benditas redes sociales hicieron su trabajo, lo hicieron bien.
¿Cuál fue el motivo?
Que este sujeto no considera como derecho humano fundamental el vivir sin violencia y, por tanto, la ha practicado sobre mujeres. En septiembre de 2019 fue exhibido insultando y golpeando a las empleadas de una tienda ubicada en el Tren Suburbano, en el Estado de México.
Y se ofrecieron las evidencias, y se hizo viral, por algo que tiene mucha lógica: si no conoce los derechos humanos de las personas, si tampoco los respeta, no debería tener cabida en la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Un hombre violento, un hombre que amenaza de muerte a un grupo de mujeres, que las golpea, debe estar en la cárcel, no defendiendo los derechos humanos de las personas, porque no sabe nada de ello, porque no es congruente.
Arturo Tapia Lugo había sido designado como director de difusión de la Dirección General de Comunicación Social, pero ya no ocupará dicho cargo.
Pero, ¿acaso no le irán a dar otro encargo?
La dependencia publicó:
“La CNDH no tolera ningún tipo de violencia de género y se encuentra siempre del lado de las víctimas”. ¿En verdad no conocían a la persona que estaban contratando?
Pero, volvamos a preguntar: ¿tampoco estará en algún otra área del organismo nacional?
Porque ya sabemos cómo se manejan estos temas allende las alturas del poder. Pesan las influencias, pesan mucho más las complicidades.
Por poner un ejemplo, el ex fiscal Fronterizo Sierra, Fraysede Ruiz Mendoza, dejó de serlo luego del escándalo de su vástago en Comitán, viralizado también en las redes sociales.
¿Pero qué pasó después?
¿Se persiguió el delito de portar armas del Fraysedito junior? ¿Verdad que no, señor fiscal Jorge Luis Llaven Abarca? ¿Verdad que ni siquiera se inició investigación alguna? ¿Verdad que no hubo ninguna carpeta de investigación?
Cierto, el fiscal dejó de serlo, pero ¿por cuánto tiempo? ¿No está ahora, pues, nuevamente en la Fiscalía General del Estado?
Entonces hay que estar pendientes, que no nos den atole con el dedo y, si lo intentan, lo exhibamos, lo digamos, no lo callemos, no seamos cómplices de la corrupción y de la impunidad.
Disraelí E. Ángel Cifuentes
FSUR
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